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martes, 10 de marzo de 2009

La divina Sarah Bernhardt


Sarah, de nacimiento Rosine Bernardt, nació mucho antes que nuestra primera protagonista, Camille Claudel, y sin embargo fue una mujer mucho más libre que, aunque se vio obligada a ejercer la prostitución de lujo para abrirse camino en la vida, parece a ojos extraños uno de esos seres destinados a ser fuertes y optimistas.

Bernhardt (1844-1923) se crió en un ambiente de burdeles y, sin embargo, rechazó con fortaleza acabar con la vida que le estaba predestinada. Su madre, prostituta de lujo, siempre intentó guiar a sus tres hijas hacia el mismo camino, pero Sarah decidió muy pronto que no se dejaría influenciar y pronto acaba dedicándose al teatro aficionado para más tarde acabar haciendo del mismo su profesión, y en medio de todo eso, la prostitución, que no llegó a abandonar hasta bien consolidada su carrera de actriz.

Es bien conocido por todos que Sarah Bernhardt no se dejaba intimidar fácilmente, y casi se podía decir que más bien al contrario: desde el principio desafió a todos afirmando que huía de las afectaciones propias del teatro tradicional francés, donde eran abundantes los aspavientos y la sobreactuación, y se inclinaba, muy al contrario, por la naturaleza del propio comportamiento humano, la psicología del personaje, algo que,aunque común hoy día, resultaba innovador y transgresor para la época, y que le valió la inmensa fama de que disfrutó hasta su muerte.

Decían que Sarah era cautivadora: de belleza evidente, completaba su atractivo físico con una personalidad apabullante: declamando era hipnótica, su presencia en el escenario dejaba al resto de actores en un segundo plano y sus muertes en escena gozaban de fama mundial.

No sólo disfrutó del éxito en su país natal y durante su juventud, sino que a los sesenta años seguía siendo la actriz más cotizada y se apuntó a la moda del reciente invento: el cine mudo.

"Le Duel d'Hamlet", Sarah Berhardt interpreta a Hamlet
Fue escritora, actriz, amante, esposa, madre, hermana, audaz en los negocios, diva del teatro... Todo lo que se propuso lo consiguió, y nada de eso le fue fácil. Más aún, Sarah padeció dolores toda su vida a causa de una caída en su infancia que le dejó la rodilla destrozada y cuyas secuelas le llevaron, en su madurez, a perder la pierna, lo que no le impidió continuar actuando hasta casi su muerte, en 1923, a los 79 años.

La llamaban la divina Sarah Bernhardt.

PARA LEER:
The Divine Sarah: a life of Sarah Bernhardt (Harper Collins, 1992) de Arthur old y Robert Fizdale
Ma double vie (Paris 1907) de Sarah Bernhardt

EN LA RED
Wikipedia: http://es.wikipedia.org/wiki/Bernhardt
http://www.theatrehistory.com/french/bernhardt001.html

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Artículos de la sección Tecnología de El Día de Córdoba